martes, 6 de diciembre de 2016
Fantasmas De Ascalón - En Español - Libro - Pagina N°129
Se arrodilló al lado del esqueleto que había sido su amigo, y extendió la mano para tocar el frente del casco que aún llevaba puesto. -Dat Turnbull -dijo-. "¿Cómo fue todo tan mal?"
Riona se acercó a él y le puso una mano en el hombro. "¿Es realmente él?" El dolor en su cara la hizo parecer mucho más vieja.
Dougal se levantó y se encontró en el abrazo de Riona. "Está bien", dijo. "Terminar el trabajo aquí lo hará bien." Luego se detuvo y Dougal sintió que la respiración de Riona se atragantaba en su pecho ante algo que vio sobre su hombro.
-Oh, no -le susurró al oído-.
Podría haber dicho algo más, pero Dougal no pudo oírlo. El sonido de alguien gritando desde la calle la ahogó.
"¡Alarma! ¡Alarma! -gritó una voz estridente y etérea. -¡Las paredes han sido rompidas! ¡Los invasores están en la ciudad de Ascalon! ¡Alarma! ¡Alarma!"
Dougal se giró para ver quién les gritaba. Una figura fantasmal se encontraba al otro lado de la calle, señalando y gritando a Ember. Llevaba una armadura Ebonhawke y llevaba una gran espada en ambas manos. Por un momento Dougal pensó que era Vala misma, volvió de los muertos, y para ese momento se quedó atrapado por la idea. Pero la niebla alrededor de su rostro se aclaró para revelar a un extraño, uno de los observadores. Fue entonces cuando Dougal se dio cuenta de que alguien le gritaba.
"¡Dougal Keane!" Ember gritó. Ella agarró su hombro y lo tiró alrededor para mirarla.
-¿Qué? -preguntó, todavía aturdido por todo aquello que se agitaba en su cabeza.
"¡Eso!" Ember apuñaló un dedo en la dirección de otra calle que vació en la plaza. Dougal recordó de su investigación que este camino conducía a los cuarteles de los soldados, aunque estaba seguro de que había pasado siglos desde que alguien había dormido allí.
Una columna de soldados fantasmales asaltó por ese camino, corriendo hacia la plaza principal. Dougal los reconoció de inmediato como parte de la misma fuerza que había matado a sus amigos la última vez que había enfrentado las calles de Ascalon City. Estos eran los espíritus de las personas asesinadas por el Foefire, como los simples pastores que habían conocido cerca de la Dragonbrand, sólo mucho más peligrosa. Él miró en sus caras y vio ningún amor allí, ninguna compasión para los vivos, apenas locura y una lujuria todo-que consumía para la muerte.
"¡La sangre de Bear!" Dijo Gullik mientras desabrochaba el hacha. "¡Esta será una batalla digna de cualquier saga!"
-¡Eres un tonto! -dijo Ember-. ¡No puedes vencerlos a todos!
¡No moriré sin luchar!
"¡Intenta no morir en absoluto!" Dijo Kranxx mientras golpeaba la norn en la parte posterior de la cabeza. "¡Correr!"
-¡Esto! Ember se alejó corriendo de la columna de fantasmas. Se movió con la gravedad de un león, abriéndose paso entre los cuerpos esparcidos por el suelo.
"Dougal!" Riona alcanzó los hombros de Dougal. "¡Necesitamos irnos!" Ella arrebató la mano de Dougal y lo hizo avanzar, siguiendo al charr. Dougal tropezó tras ella lo mejor que pudo, aunque sus pies se sentían como si estuvieran atados con piedras.
"¡No podemos superarlos!", Dijo Riona. Vuelve por las puertas.
-¡Muchos entre nosotros y nosotros! -dijo Dougal. A los demás gritó: "¡Sígueme! ¡Vamos al palacio!
Riona le lanzó una mirada dura a Dougal y dijo: -Los fantasmas piensan como hicieron en la vida. Tratan de no abandonar la ciudad. Así que no deben violar la cámara del rey sin aprobación. Él la agarró por el brazo y la arrastró junto a él por unos cuantos pasos hasta que ella volvió a la velocidad. Ella le dio un puñetazo en la espalda cuando finalmente igualó su paso.
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